domingo, 20 de diciembre de 2020

¿Quiénes están obligados a colegiarse en el campo de la Biología?

  La respuesta desde los Colegios Profesionales es sencilla y directa: es una obligación legal para aquellos que ejercen la profesión de biólogo. Claro que, si seguimos preguntando por cuáles son las condiciones inequívocas para saber cuándo se ejerce una profesión, a qué están esperando los que tienen que explicarlo. La cuestión de fondo es jurídica, y no admite generalidades que induzcan a la confusión. Parece claro que quien tenga nombramiento como biólogo debe colegiarse, pero si no te han exigido específicamente la titulación de biología, no te atañe la colegiación, salvo que quieras hacerlo por interés personal. La cosa se complica dependiendo del nombramiento público que se ostenta, categoría laboral ocupada, y sobre todo, en ámbitos profesionales no regulados. Estos aspectos son los que no aclaran desde los Colegios Profesionales, que se empeñan en ser muy tibios y poco diáfanos, con tal de acaparar el mayor número de colegiados posible.  Como reza el anuncio, en estos asuntos, poca broma.  

Vaya por delante el respeto por quienes deciden colegiarse, sea cuales fueren sus razones. Sin embargo, no se debe instar a colegiarse a un técnico de laboratorio (nivel Formación Profesional) aunque tenga el grado de Biología, puesto que su nombramiento es de inferior cualificación profesional. En tales condiciones no está obligado a colegiarse, entre otras razones porque el técnico de F.P. de laboratorio no está habilitado para firmar como biólogo. Dicho de otro modo, si se ocupa una categoría laboral en la que no se exige estar en posesión del título universitario de Biología, es improcedente exigir estar colegiado como biólogo.  

Hay quien es capaz de venderte un saco de arena en el desierto

La confusión se amplifica cuando el campo de acción es multidisciplinar y el espacio laboral no pertenece a una titulación concreta. Esto es, cuando no existe reserva legal de actividad a favor de una titulación determinada. Pongamos por ejemplo, una bióloga que trabaja como técnico de prevención riesgos laborales (PRL), actividad profesional multidisciplinar a la que puede acceder cualquier graduado que posea el master oficial en PRL. No estamos ante el supuesto del ejercicio profesional libre de la Biología, al contrario, la PRL es  una actividad laboral que no está regulada como profesión, y por tanto, no está sujeta a colegiación, aunque tengas formación en Biología. Además no firmas un documento como Bióloga, sino como técnico superior de prevención. En el sector del medio ambiente, pasa algo similar. Al margen de la base académica más apropiada, cualquier titulado universitario puede ser auditor ambiental o de calidad, ningún grado tiene exclusividad para esa actividad profesional. Por tanto, no hay regulación de la actividad profesional de auditor en favor de determinadas profesiones: no disponemos de una Ley que establezca que para trabajar como auditor ambiental tienes que tener el grado de Biología. En definitiva, se requiere una disposición con rango de Ley para regular una profesión y posterior desarrollo reglamentario.  

Es muy comprensible que los Colegios Profesionales quieran reforzarse aunando al mayor número de colegiados entre sus filas. Pero los titulados deben saber cuál es el significado preciso de la colegiación y sus implicaciones. Y no es responsabilidad de quienes deciden no colegiarse el déficit histórico de plazas para biólogos en la Sanidad pública y demás Administraciones, o su exclusión permanente de convocatorias de puestos de trabajo para los que están sobradamente capacitados. Por eso mismo es muy fácil entender a quien decide no colegiarse para pleitear y arreglar con su dinero, el problema de los corporativismos excluyentes en las Administraciones. Es un contrasentido que la profesión de biólogo tenga que ganarse en los Tribunales de Justicia, ante los permanentes vetos de acceso a categorías de la Función Pública. Efectivamente, si el Colegio maneja más presupuesto podría pleitear más y mejor. Si atendemos al historial de victorias judiciales de los Biólogos podremos ver que son muy abundantes. Es una situación muy triste, pues no es normal que una profesión tenga que ganarse en Tribunales, pleito a pleito. Me parece surrealista tener que costearte de tu bolsillo lograr derechos profesionales que para otros son incuestionables. Por eso mismo, es un despropósito trasladar a los colegiados: ¡Si quieres derechos gánatelos en los tribunales! 

Ese desaguisado sólo se arregla desde las esferas del poder. Por lo tanto, no estoy diciendo que los responsables sean los Colegios profesionales por no hacer sus deberes.  Pienso que desde los órganos de representación de las Facultades se podría haber hecho más y mejor, en las últimas décadas. El problema tiene más que ver con los políticos, con la escasa liberalización de profesiones y con quienes deciden crear titulaciones, cada vez más fragmentadas, cuyo espacio en el mercado laboral es muy limitado (dedicaré una entrada a la Universidad como fábrica de parados, que esperemos que no se conviertan en los expulsados del sistema). Pensemos que la creación de un título universitario de grado conecta con el ejercicio de una profesión o actividad profesional, y no para la milonga de una formación integral de las personas en la sociedad (esta es otra cantinela para que no se cuestione su función social ante las escalofriantes cifras de desempleo). Son numerosos los escollos heredados, pero en ningún caso el mensaje debe ser: la cosa no va bien porque hay pocos colegiados. No es plan que encima te cubran con detritus.

Bióloga cruzando los dedos ante un futuro laboral incierto

A algún sector de la Comunidad universitaria se le atraganta asumir su parte de responsabilidad, defendiéndose al contragolpe con ocurrencias de que su labor no es buscar trabajo a los egresados. No aceptan que se les cuestione como titulación de escasa ocupación laboral, pues podría peligrar su razón de ser (menos Facultades, profesores, más dificultad presupuestaria...), optando por subsistir a costa del maltrecho presupuesto de las familias de la clase trabajadora, que matriculan a sus hijos esperanzados en un futuro decente. Ganarse un reconocimiento en la sociedad como profesión, obliga a la Comunidad Universitaria a no permanecer indolente y encerrada, por ej, en su actividad investigadora aislados del mundo laboral, en lugar de dar la cara por quienes habéis formado para un ejercicio profesional. No fallan los demás. O también vais a decir, que no es vuestro problema las elevadas tasas de biólogos desocupados. Echa el toldo, apaga y vámonos.