lunes, 30 de abril de 2018

Que viene, que viene...pss pss

   Y os preguntareis, qué es lo que llega. Pues la evaluación del desempeño profesional (EDP, por sus siglas) en la sanidad andaluza. Claro que si hacemos un juego de palabras, reemplazando el Desempeño por "Evaluación Dickensiana Profesional", todos comprenderéis perfectamente a que me refiero cuando evocamos a las novelas de Charles Dickens aplicada a las relaciones laborales, en particular la de Oliver Twist. Tanto por lo dramático como por la crueldad de cada personaje. Simplificando, se trata del examen que determina el complemento económico anual de rendimiento profesional de cada empleado público. 

Figuración de la evaluación del complemento salarial por rendimiento en el trabajo
(Nótese como tiemblan las manos con el cazo sostenido por Oliver - Mark Lester)

   En un post anterior, dejamos claro que lo habitual es confundir el rendimiento en el trabajo con el cumplimiento de objetivos. Me sorprende la escenificación (teatrillo, coloquialmente hablando) que se monta alrededor de este perverso sistema de valoración. Si quieren que tengas una retribución a la baja, el sistema permite imponerte condiciones draconianas, dejando indefenso al profesional. Al igual que en las fechas navideñas, en las vísperas de la EDP los empleados también muestran comportamientos extraños. ¿Más compañerismo, amabilidad o empatía? Nada de eso, estamos en el planeta tierra y aquí las cosas funcionan así: las hay (en femenino) que empiezan a resoplar y a sufrir ardores de toda la carga laboral que tienen, y de paso, despotricar corrosivamente de los demás. Los hay (en masculino) que les encanta la genuflexión y el postureo, pasearse a ritmo legionario para que les vean más y bloquear la impresora, imprimiendo documentación que no han tenido tiempo en hacerlo el resto del año. Lo que siempre se repite y nunca falla es cuando los directivos se encargan de mandarte en fechas selectas a un botarate obediente y bien instruido para meter cizaña (faltarte el respeto interrumpiendo tu trabajo, con los modales de la cabra de la Legión...), con tal de que estalles. A veces, incluso en connivencia con los delegados de tu propio sindicato (siempre hay algo que negociar a cambio). Y si quieren abrirte expediente, mandan a un usuario camuflado de su partido, que te insulta, grita, intimida... y si intentas impedir que mancillen tu honor, repeliendo sus agresiones, ya tienen lo que querían. El agredido pasa a ser el agresor. No es broma, nadie espera que esto ocurra en empresas y organizaciones que buscan la excelencia y la innovación, pero lamentablemente son los mecanismos de control que utilizan los de arriba. Unas veces para bajarte la nómina, otras para cambiarte de destino, para que enseñes a los gorrones (a las reinas del corta-y-pega), o para relegarte a funciones anodinas donde no incomodes, y otras, a un popurri de todo eso. Off the record: he conocido a sargentos chusqueros con más humanidad que lo que veo en la Administración sanitaria. 

Qué fácil resulta amañar noticias y pringar a los demás

    Hace poco leí que una directiva de Hacienda se quedó casi sola en la comida de Navidad, y presa de la furia, insultó por correo electrónico a los empleados con un "que os den" (4000 destinatarios del email, ahí es nada). Obviamente no se refería a que les dieran mejores condiciones laborales, ni aclaró el ¿por dónde?. En esas comidas impostadas, de gusanito (la conga) y sonrisas de cartón-piedra, buscan aparentar lo que no consiguen como verdaderos lideres, en ese caso, "lideresa".
   En un artículo que publicamos en la revista de medicina general (ver aquí), señalábamos como prefieren elegir a un capataz para el cargo (jefe-subordinados) frente al liderazgo natural (líder-seguidores) con tal de mantener el(su) sistema. Aún así, no alcanzo a entender porqué no respetan las libertades individuales. Pensaba que eso estaba superado. Yo no voy al trabajo a hacer amigos, voy a trabajar. Y a mis amigos los elijo yo, y la empresa no me tiene que sugerir con quien me tengo que ir a tomar un café, por mucho que quiera hacernos insufrible la compañía en el lugar de trabajo. No respetan la vida privada, decidiendo cuando y quién te debe dar un apoyo que no has pedido y rechazas. Es verdad que la "gestión directiva" se alimenta frecuentemente de las comidillas de los empleados (sobre todo de las miserias ajenas). A ver por donde te pueden hincar el diente. Y somos conscientes de que hay personas con dificultades afectivas, carencias emocionales, domésticas, etc, que buscan una solución en su trabajo, inmiscuyendo a los demás con sus problemas. Todo muy comprensible en la esfera de lo privado, pero en el plano laboral hay que respetar a los que no deseamos formar parte de ese sainete y queremos ambientes mínimamente profesionales. Al final, se trata de sobrevivir en esta jungla.