domingo, 20 de diciembre de 2020

¿Quiénes están obligados a colegiarse en el campo de la Biología?

  La respuesta desde los Colegios Profesionales es sencilla y directa: es una obligación legal para aquellos que ejercen la profesión de biólogo. Claro que, si seguimos preguntando por cuáles son las condiciones inequívocas para saber cuándo se ejerce una profesión, a qué están esperando los que tienen que explicarlo. La cuestión de fondo es jurídica, y no admite generalidades que induzcan a la confusión. Parece claro que quien tenga nombramiento como biólogo debe colegiarse, pero si no te han exigido específicamente la titulación de biología, no te atañe la colegiación, salvo que quieras hacerlo por interés personal. La cosa se complica dependiendo del nombramiento público que se ostenta, categoría laboral ocupada, y sobre todo, en ámbitos profesionales no regulados. Estos aspectos son los que no aclaran desde los Colegios Profesionales, que se empeñan en ser muy tibios y poco diáfanos, con tal de acaparar el mayor número de colegiados posible.  Como reza el anuncio, en estos asuntos, poca broma.  

Vaya por delante el respeto por quienes deciden colegiarse, sea cuales fueren sus razones. Sin embargo, no se debe instar a colegiarse a un técnico de laboratorio (nivel Formación Profesional) aunque tenga el grado de Biología, puesto que su nombramiento es de inferior cualificación profesional. En tales condiciones no está obligado a colegiarse, entre otras razones porque el técnico de F.P. de laboratorio no está habilitado para firmar como biólogo. Dicho de otro modo, si se ocupa una categoría laboral en la que no se exige estar en posesión del título universitario de Biología, es improcedente exigir estar colegiado como biólogo.  

Hay quien es capaz de venderte un saco de arena en el desierto

La confusión se amplifica cuando el campo de acción es multidisciplinar y el espacio laboral no pertenece a una titulación concreta. Esto es, cuando no existe reserva legal de actividad a favor de una titulación determinada. Pongamos por ejemplo, una bióloga que trabaja como técnico de prevención riesgos laborales (PRL), actividad profesional multidisciplinar a la que puede acceder cualquier graduado que posea el master oficial en PRL. No estamos ante el supuesto del ejercicio profesional libre de la Biología, al contrario, la PRL es  una actividad laboral que no está regulada como profesión, y por tanto, no está sujeta a colegiación, aunque tengas formación en Biología. Además no firmas un documento como Bióloga, sino como técnico superior de prevención. En el sector del medio ambiente, pasa algo similar. Al margen de la base académica más apropiada, cualquier titulado universitario puede ser auditor ambiental o de calidad, ningún grado tiene exclusividad para esa actividad profesional. Por tanto, no hay regulación de la actividad profesional de auditor en favor de determinadas profesiones: no disponemos de una Ley que establezca que para trabajar como auditor ambiental tienes que tener el grado de Biología. En definitiva, se requiere una disposición con rango de Ley para regular una profesión y posterior desarrollo reglamentario.  

Es muy comprensible que los Colegios Profesionales quieran reforzarse aunando al mayor número de colegiados entre sus filas. Pero los titulados deben saber cuál es el significado preciso de la colegiación y sus implicaciones. Y no es responsabilidad de quienes deciden no colegiarse el déficit histórico de plazas para biólogos en la Sanidad pública y demás Administraciones, o su exclusión permanente de convocatorias de puestos de trabajo para los que están sobradamente capacitados. Por eso mismo es muy fácil entender a quien decide no colegiarse para pleitear y arreglar con su dinero, el problema de los corporativismos excluyentes en las Administraciones. Es un contrasentido que la profesión de biólogo tenga que ganarse en los Tribunales de Justicia, ante los permanentes vetos de acceso a categorías de la Función Pública. Efectivamente, si el Colegio maneja más presupuesto podría pleitear más y mejor. Si atendemos al historial de victorias judiciales de los Biólogos podremos ver que son muy abundantes. Es una situación muy triste, pues no es normal que una profesión tenga que ganarse en Tribunales, pleito a pleito. Me parece surrealista tener que costearte de tu bolsillo lograr derechos profesionales que para otros son incuestionables. Por eso mismo, es un despropósito trasladar a los colegiados: ¡Si quieres derechos gánatelos en los tribunales! 

Ese desaguisado sólo se arregla desde las esferas del poder. Por lo tanto, no estoy diciendo que los responsables sean los Colegios profesionales por no hacer sus deberes.  Pienso que desde los órganos de representación de las Facultades se podría haber hecho más y mejor, en las últimas décadas. El problema tiene más que ver con los políticos, con la escasa liberalización de profesiones y con quienes deciden crear titulaciones, cada vez más fragmentadas, cuyo espacio en el mercado laboral es muy limitado (dedicaré una entrada a la Universidad como fábrica de parados, que esperemos que no se conviertan en los expulsados del sistema). Pensemos que la creación de un título universitario de grado conecta con el ejercicio de una profesión o actividad profesional, y no para la milonga de una formación integral de las personas en la sociedad (esta es otra cantinela para que no se cuestione su función social ante las escalofriantes cifras de desempleo). Son numerosos los escollos heredados, pero en ningún caso el mensaje debe ser: la cosa no va bien porque hay pocos colegiados. No es plan que encima te cubran con detritus.

Bióloga cruzando los dedos ante un futuro laboral incierto

A algún sector de la Comunidad universitaria se le atraganta asumir su parte de responsabilidad, defendiéndose al contragolpe con ocurrencias de que su labor no es buscar trabajo a los egresados. No aceptan que se les cuestione como titulación de escasa ocupación laboral, pues podría peligrar su razón de ser (menos Facultades, profesores, más dificultad presupuestaria...), optando por subsistir a costa del maltrecho presupuesto de las familias de la clase trabajadora, que matriculan a sus hijos esperanzados en un futuro decente. Ganarse un reconocimiento en la sociedad como profesión, obliga a la Comunidad Universitaria a no permanecer indolente y encerrada, por ej, en su actividad investigadora aislados del mundo laboral, en lugar de dar la cara por quienes habéis formado para un ejercicio profesional. No fallan los demás. O también vais a decir, que no es vuestro problema las elevadas tasas de biólogos desocupados. Echa el toldo, apaga y vámonos.


viernes, 20 de noviembre de 2020

Mascarillas y arbolitos

   Ambas protegen en ámbitos interdependientes: salud individual y salud ambiental. Viene a cuento de un reciente artículo donde una médica dice sin reparo "queremos centrarnos en la Atención Primaria, no en la burocracia, no en los arbolitos que puedan poner en un centro de salud". Con el diminutivo empleado en tono peyorativo, ya se atisba la falta de respeto hacia otros profesionales de Atención Primaria (en adelante AP) que no son de su cuerda. No es muy elegante aprovechar el momento actual con expresiones hirientes hacia la labor de otros profesionales de la salud pública. Es lamentable ese perfil desfasado de médico displicente con los problemas de la crisis climática, que también demanda "una vacuna". Seguimos perdiendo un tiempo preciado ante la situación en la que nos encontramos, afrontamos una emergencia ambiental, y no podemos seguir pensando que esto es una profecía (Leguina, dixit) o una corriente ideológica, viviendo como si no hubiese cambio climático. Que a estas alturas se esté desmintiendo a los estudios científicos no tiene desperdicio. Ya sabemos adonde nos han llevado los modelos economicistas que acaban por compensar daños, resultando rentable pagar por contaminar, mientras todo se va al garete.

Este arbolito también necesita cuidados

   Los que llevamos décadas trabajando en el Sistema Sanitario, conocemos como funcionan las cosas de puertas para adentro, y distan mucho de la imagen que se quiere trasladar al público. Es más, hemos sufrido la falta de colaboración de médicos para el desarrollo de nuestro trabajo en sanidad ambiental. Un ejemplo entre muchos: realizar encuestas epidemiológicas para la investigación de brotes de origen ambiental era también considerada la burocracia de aquél momento. En consecuencia la epidemióloga se quedaba sin poder investigar brotes como es debido, y dado que del resultado de esa investigación se orientaban las actuaciones de tipo ambiental (contaminación del agua, plagas de insectos, intoxicación química..)  o alimentario (alimentos contaminados), finalmente nuestro trabajo quedaba condicionado a la voluntad de que se cumplimentase, o no, la encuestas epidemiológicas a los pacientes. En fin, poca cooperación, en los tiempos en que había un único PC en todo el centro de salud y no había burocracia, sólo la de la receta de puño y letra tan añorada. 

   Compartimos que las tecnologías nos han esclavizado a todos, no sólo a los médicos, aunque sean ellos quienes más se quejan. Si a esto le añadimos los seguimientos de pacientes Covid19, lógicamente habrá una carga adicional. Ahora bien, catalogarlo como burocracia es una falacia, pues estamos ante una situación extraordinaria. Por ejemplo, el trámite de las bajas laborales ciertamente es mejorable, pero no para endosar a otros lo que es tuyo. Y si tienes que facilitar datos para que puedan investigarse los accidentes laborales, tienes que hacerlo. No se pueden dar las bajas a gogó. El colapso sanitario no debe ser el pretexto de los errores del sistema de la etapa precovid. Es cierto que la digitalización de la Sanidad deja poca libertad y te sientes atado de pies y manos, pero hay que saber mirar más allá y ver oportunidades en otros campos de acción. Hay que asimilar que los problemas ambientales es una tarea de todos, o no vamos a ninguna parte. Y para poder intervenir ante problemas de salud de origen ambiental, es acuciante incorporar el componente ambiental en la valoración de las enfermedades, en especial en Pediatría y Primaria, de forma que podamos aprovechar las estructuras asistenciales. Para ello es fundamental fortalecer los sistemas de información, tal que posibiliten identificar las enfermedades ambientalmente relacionadas. 


Burocracia en tiempos de Covid19


   No obstante, ya sabemos que hay un sector entre los médicos de familia para los que la pérdida de hábitats, el calentamiento global, vectores importados (ej. mosquito tigre), contaminantes emergentes (disruptores endocrinos), plagas nocivas... no va con ellos. Eso lo consideran burocracia. Vamos a ver, de qué me sirve estar sano si no cuido mi entorno y la vida de las demás especies. Cada uno tiene su escala de valores, y nadie nos tiene que dar a elegir entre salud individual y salud planetaria. Adoptar una visión contemplativa ante los problemas ambientales porque no son de tu competencia es de una impudicia que no quiero pensar que pudiera extrapolarse a los pacientes. Las competencias del médico no son exclusivamente clínicas. Nadie está pidiendo que el médico abandone sus funciones esenciales, pero dada su posición en el centro del sistema sanitario, viene obligado a participar en materias preventivas y de salud ambiental que nos afectan a todos.

   Existe un lamento generalizado de que la AP se está muriendo. Yo diría que la están liquidando, y cada uno tiene su parte alícuota de responsabilidad. En qué quedamos, no teníamos uno de los mejores sistemas sanitarios, calificado como la joya de la corona. Ahora sabemos que tan bueno no era. Preguntemos a qué se debe que el gasto farmacéutico siga imparable. Desde luego ese asunto no quieren introducirlo en el debate de la sostenibilidad de la AP.  En cualquier caso, sorprende que alguien que dice defender la Primaria, lo haga distanciándose de la perspectiva preventiva (salubrista), con argumentos tan simplistas como que el médico de familia está para el diagnóstico y tratamiento, y lo demás pasa a ser burocracia. Ahora ya sabemos de diferentes atenciones primarias, una la de los médicos prescriptores de medicamentos y otra la que se postulaba en la Conferencia de Alma-Ata, que sirvió de guía para desarrollar las potencialidades de la AP, donde los salubristas jugaron un papel muy importante en los logros alcanzados. 

    Usemos la socarronería para rememorar que en tiempos precovid los médicos de familia no erais SDH, aunque ya sabemos que entre bomberos no os pisáis la manguera.  Precisamente uno de los problemas enquistados tiene que ver con que las gerencias se piensan mucho la toma de decisiones para no quedar mal "entre compañeros". Recuerdo cuando no había valentía (ni decencia) para denunciar ilícitos vergonzantes (minutas por informes, cobro por radiografías, peonadas, derivaciones a tu consulta, intereses con las farmacéuticas, material sanitario de valvulina...). De aquellos polvos vienen estos lodos. Eso sí, luego se tiene la desvergüenza de decir que se está muriendo la AP. Y que no vengan con la cantinela de que esos son unos pocos. Son lo suficientemente abundantes, para arruinarlo todo.

martes, 20 de octubre de 2020

Biólogos sanitarios, ya!

 Con motivo del inminente reconocimiento profesional de la categoría de biólogo sanitario, surgen voces discrepantes (leer aquí y acá) con el procedimiento seguido (una triste disposición adicional) y el instrumento legal empleado (un máster oficial). Es cierto que a nadie le gusta que le reconozcan su condición profesional, con parches y disposiciones menores en las leyes. No queremos que nos igualen a la baja, al contrario, exigimos el mismo trato que las profesiones sanitarias tradicionales. Sin embargo, se plantean razones de oportunidad para ¿resolver? la condición sanitaria a los biólogos que no la poseen, tras décadas de absurda e injusta espera. Si después de tanto tiempo, nadie ha sido capaz de encontrar una solución formal al reconocimiento sanitario, ¿qué hacemos? Lo primero que habrá que plantearse es cuál es el problema que resuelve ese reconocimiento, y si sirve para algo que no sea aumentar la burocracia (y beneficiar a los que comen de ella).

Una bióloga se sorprende de su reconocimiento como sanitaria
tras 30 años trabajando en el sistema sanitario público

    En cuanto al instrumento empleado para reconocer al biólogo como sanitario, se ha propuesto la figura de un máster oficial profesionalizante. Esta vía es la que han utilizado los Psicólogos. Por tanto, es una solución legítima que busca completar el insuficiente número de créditos sanitarios en el itinerario curricular de aquellas titulaciones multidisciplinares que no han sido clasificadas como exclusivamente sanitarias. Ahora bien, la situación de psicólogos y biólogos es totalmente distinta. Hace 30 años que los biólogos acceden a cinco especialidades BIR sin necesidad de máster y son reconocidos como sanitarios en las mismas. Esto hay que saber interpretarlo en clave profesional, puesto que se obtiene la condición sanitaria en el ejercicio de una especialidad regladaEl problema se centra en quienes no tienen el BIR y ejercen como sanitarios. Por ejemplo, en laboratorios y centros sanitarios privados. En el caso de psicólogos, era fundamental obtener el máster para que sus consultas privadas fueran reconocidas como centros sanitarios y la consiguiente normalización de la cartera de servicios. No hay que confundir profesión y especialidad, como bien se referencia en la jurisprudencia del artículo del enlace previo. v.g. la profesión es la de médico y no la de traumatólogo. La profesión es la de biólogo y no la de inmunólogo. Y qué pasa con las especialidades no regladas como Investigación sanitaria, Genética, Salud pública, Sanidad ambiental, Higiene alimentaria, etc. A mi juicio, habrá que esperar a que las autoridades sanitarias y educativas determinen si se trata de especialidades propiamente sanitarias y cuáles son los requisitos de acceso para el ejercicio profesional: si un máster, un xIR, experiencia laboral, etc. En definitiva, que lo del máster en Biología sanitaria tendría que estar incardinado con las políticas educativas y sanitarias en el ámbito profesional, y eso es mucho pedir. 

    Indudablemente esta vía generará negocio en la oferta de másteres, ante lo que cabe preguntarse si las Administraciones sanitarias exigirán ese requisito de máster de biología sanitaria en sus RPT (Relaciones de Puestos de Trabajo). Ya se verá, tengo mis reservas por lo visto en mis 25 años de experiencia en la Sanidad Pública. Dicho esto, los estudios de máster no tienen que ser la única y exclusiva solución para el reconocimiento sanitario. En esto no podemos echarnos tierra por encima. No hay que hacer un borrón de los derechos adquiridos, sino que habría que delimitar nítidamente los efectos del máster en Biología sanitaria y armonizarlo con la situación preexistente. En el mercado académico hay máster igualmente sanitarios (Genética, Análisis clínicos, Salud pública....) que no sabremos si tendrán los mismos efectos que el de Biología sanitaria. Es decir, un máster en Biología sanitaria no suplirá a otro de Genética. Hay que ser muy claros al respecto. Sin obviar que deberían explicitarse los criterios de carga de créditos para que un titulado pueda ser considerado sanitario, pues seguramente nos encontraremos con graduados a los que le faltan unos pocos créditos para completar su formación sanitaria, y para otros un máster de 60 ECTS sea insuficiente. Por tanto, caben más opciones para el reconocimiento, como podrían ser la ampliación de estudios con asignaturas optativas, títulos de experto universitario e incluso cursos homologables por entidades autorizadas (colegios profesionales, sociedades científicas, fundaciones...) como forma de completar el número mínimo de créditos de una titulación para su ejercicio profesional sanitario. 

   Tampoco debemos olvidar a los biólogos que han sido la punta de lanza de acceso a la Sanidad pública (Técnicos de salud pública, Genetistas, Embriólogos, Investigadores...), a quienes no tendría sentido exigirles, a esta altura de la película, un máster como condición para reconocernos como sanitarios, cuando llevamos más de 25 años trabajando en especialidades profesionales. Dándose la paradoja de que durante un período de más de 30 años, inicialmente estábamos reconocidos como sanitarios con la Ley 14/1986 y dejamos de serlo cuando entró en vigor la Ley 44/2003 (LOPS)

   Como quiera que sea, el reconocimiento sanitario por el hecho de tener un máster NO soluciona la situación actual de los biólogos que trabajan en el Sistema Nacional de Salud. ¿Porqué digo esto? Pues porque para  reconocer la condición sanitaria hay que tener en cuenta la categoría profesional a la que pertenece el biólogo, que viene a colisionar con la regulación sui generis de la función pública. La Administración pública es la que debe determinar si las funciones de un biólogo en la categoría que ocupa, son sanitarias. Y aquí se complica la cosa. Muchos biólogos accedieron a especialidades que no están reguladas, y para que sus actividades profesionales puedan ser consideradas sanitarias, deben tener una regulación. Por ejemplo, Salud ambiental e Higiene alimentaria no tienen regulación profesional y no son objeto de reserva legal para ninguna titulación particular, por mucho que las Administraciones autonómicas amparen corporativismos impresentables (y en esto no miréis a catalanes y vascos, mirad al sur).  Afortunadamente eso no ocurre en la oferta de empleo del Ministerio de Sanidad (Escala técnica OO.AA.), donde para trabajar en Seguridad alimentaria no se limitan las titulaciones de acceso (ver aquí). No sabemos el número mínimo de créditos y contenidos específicos para su ejercicio profesional, qué titulaciones se consideran competentes, ámbitos laborales singulares, régimen laboral (estatutario o no), especialización reglada, etc. En definitiva, que lo del Máster en Biología sanitaria podría tener sus efectos para los que ejercen en centros privados que no están reconocidos como sanitarios, pero no a los de la Pública. 

   En síntesis, una cosa es lo que diga la LOPS y otra bien distinta es la regulación de categorías laborales de la función pública, hasta el punto que las competencias de una profesión sanitaria no tienen nada que ver con las actividades de la categoría laboral. V.g. el médico que ocupa categoría de función administrativa no se considera sanitario, porque sus funciones no lo son. El biólogo que ocupa plaza de técnico de salud pública no será considerado sanitario hasta que los poderes públicos determinen que para el ejercicio profesional en plazas de salud pública únicamente pueden ser ocupadas por quien tenga el reconocimiento como sanitario. Así pues, la travesía por el desierto no ha finalizado a través de un sistema regulatorio enrevesado, desfasado,  incoherente, inflexible,  arbitrario y todos los adjetivos que se nos ocurran. Además nos tendrían que explicar que los efectos profesionales del Máster no serán de forma automática, no vaya a ser que los potenciales alumnos se hagan falsas ilusiones (otra vez). 

Figuración del biólogo celebrando antes de tiempo su reconocimiento como sanitario

   Seguramente me olvido de otras situaciones profesionales, igualmente sangrantes, como el caso de los investigadores de opis, fundaciones y hospitales, el dumping laboral de los técnicos de laboratorio, y otros. Aquí entran en juego otros elementos más complejos. Nuestra posición es clara, tomando una idea básica desde la perspectiva holística: todo trabajador del sector sanitario debe ser considerado sanitario. ¿O no estamos en el mismo barco? 


domingo, 20 de septiembre de 2020

Mi profesión en mejor que la tuya

   Con las ganas de querer ayudar a superar la pandemia Covid19, están aflorando numerosas iniciativas de colectivos profesionales reivindicando su papel para ser tenidos en cuenta por los Gobiernos central y autonómicos en las diferentes comisiones técnicas y otros órganos de participación. Han surgido numerosas polémicas por este motivo, dando a entender que si no estás en esos foros, no existes, o se sienten tratados como actores de segundo nivel.  

   Las redes sociales se han convertido en una ciénaga para estos temas, en los que no me gusta entrar para ponerme al mismo nivel de quien intenta ofender y confundir. Sin embargo, para defender a los más desfavorecidos, hay veces que es mejor combatir los tópicos que tanto daño hacen a los profesionales, y al mismo tiempo dar a probar su propia medicina a quien la receta. Viene al caso de algunos ataques por algunos médicos jóvenes hacia la profesión de biólogo en forma de broma ácida, provocación, desprestigio académico e incluso como supremacismo profesional.  Por un lado se vulgariza la titulación universitaria de Biología en atención a su bajo nivel de nota de corte y consiguiente menor nivel académico. Este argumento hace pensar que procede de un público barbilampiño. Por otro, se etiquetaba a los biólogos de médicos frustrados sin suficiente expediente académico. En este caso, las críticas son de mayor mala baba, mostrando un escaso conocimiento de la realidad profesional. Es asombroso que, generación tras generación, siga persistiendo en el ideario universitario estas rivalidades tan estúpidas. 

Hay quien necesita probar su propia Medicina para saber que se siente

  Sobre lo primero, diremos que al menos en Málaga la nota de corte de Biología está en 10,775 (ver aquí), muy por encima de ingenierías y a escasos decimales de Enfermería, mientras que si hablamos de Bioquímica está en 12,916, la tercera más alta. Ciertamente ha habido épocas en las que se accedía sin nota de corte, pero por esa etapa sin numerus clausus también pasaron muchos de los médicos de la sanidad que ahora están para jubilarse. Lamentablemente los estudios de Biología se siguen encasillando en el imaginario popular dentro del naturalista y del docente, aunque realmente siempre ha tenido perfiles muy diversificados (A los clásicos biólogos de bota y de bata, hay que sumar los de alpargata, fiel reflejo de la precarización laboral, muchos de clase trabajadora, aunque algunos de la alta sociedad, otros de la nobleza e incluso hippies montados en el dólar, que nadie se deje engañar por los estereotipos). En realidad las disciplinas y especialidades de la Biología son múltiples. No puede decirse que sean asignaturas "marías" la Biología molecular, Bioquímica, Genética, Fisiología animal, Microbiología, Inmunología, Virología, etc. Sorprende la ignorancia que se tiene sobre el grado de Biología, que cuenta con magníficos estudiantes y excelentes profesores con un extraordinario curriculum científico internacional, que no imagina quien los crítica. Este reconocimiento es extensible a profesionales que trabajan en OPIs, empresa privada y organismos públicos. No tiene perdón obviar que ha sido un biólogo español responsable del descubrimiento de la técnica de edición genética CRISPR. Sólo por esto, deberían morderse la lengua y tener un mínimo respeto para no desacreditar los estudios de Biología. Son múltiples los ejemplos de biólogos presentes en puestos de responsabilidad en hospitales estadounidenses y centros punteros en I+D+i, pero quizás esta falta de visibilidad social que quieren acaparar otros, es lo que aprovechan unos pocos para desanimar a los más débiles. 

España cuenta con excelentes biólogos de reconocido prestigio internacional

  Recientemente, ha habido algunos biólogos representantes de colegios profesionales que han expresado a título individual, aunque aprovechando su cargo, opiniones en informes y manifiestos sobre las medidas de protección anti-Covid19, muy alejadas de lo que debe ser un análisis científico, incluso teniendo deslices muy propios de quien desconoce el ámbito de la investigación. Para entendernos, es como si hubiesen puesto al zorro al cuidado de las gallinas. Y hay que criticarlo, pues cuando representas a un colectivo, no son tus ideas las que lo hacen, sino el diálogo y el consenso. Con los datos en la mano, vemos que algo no estamos haciendo bien, pero esto no indica que se están tomando las medidas a la ligera. Si existe disparidad internacional de criterio en las medidas de protección frente al Covid19, eso no es suficiente para desacreditar las medidas adoptadas en nuestro país, y en todo caso, los argumentos deben tener una sólida base científica.  Sorprendentemente se atreven a dar recomendaciones sin contar con una mínima formación epidemiológica. Claro que hay quien considera oportuno recordar que los epidemiólogos no son expertos en medios de transmisión aérea (aquí y aquí).

  Sobre lo segundo, diremos que la elección de una carrera universitaria como Biología no se hace por aspirar a un prestigio social, sino más bien guiado por la diversidad de campos profesionales punteros que ofrece, o simplemente porque te atraen. Tampoco se estudia pensando en una retribución económica laboral como ocurre con los médicos (leer aquí), pese a que no pocos estudiantes nº1 eligen Biología y no Medicina (no todos valen para tratar enfermos). Y este es un gran valor de quien decide apostar por esta carrera, sin guiarse por lo económico o por la popularidad. Se pone mucho en juego  cuando sacrificas 4-5 años de tu juventud para luego buscarte un hueco en la sociedad. En ese camino es cuando encuentras a personajillos que intentan minarte la moral y establecer clases elitistas. Es justo decir que la inmensa mayoría de médicos defienden la Biología a ultranza. No en vano, la Biología es uno de los pilares científicos de la Medicina. Así lo he vivido y muchos de mis compañeros estudiaron Biología por recomendación de sus familiares médicos. A su vez, por mi trabajo en la Sanidad he tenido oportunidad de conocer compañeros médicos que siempre nos han respetado sin condiciones. Aunque no nos engañemos, papanatas hay por todas partes, y de eso no escapan los médicos. 

   Como biólogos, contamos con una formación científica de la que adolecen las carreras de ciencias de la salud, y se nota cuando conversas con ellos o cuando ves como presentan trabajos de investigación. Es habitual ver como confunden parámetro con variable, promedio con proporción, equiparan causalidad con correlación, y encima te lo discuten. Abunda la soberbia. Recuerdo que en un peer-review nos requerían para publicar un artículo que incorporásemos coeficientes de correlación estadística para dar rigor científico al trabajo. Respondí al revisor y al editor que eso era confundir el fin con los medios, introducir la correlación de variables como un propósito en sí mismo. Un trabajo no es más convincente por venir acompañado de un coeficiente r, un valor p y su IC. Finalmente,  lo publicaron sin esa ocurrencia del revisor. A mi juicio, resulta paradójico contar con profesionales de la Epidemiología de escasa formación bioestadística. 

   Quizás algunos añoren la época en que los médicos tenían un prestigio ganado a pulso (Ramón y Cajal, Severo Ochoa, Gregorio Marañón, Jiménez Díaz...), por querer ponerse al mismo nivel. Los tiempos han cambiado desde que los poderes decidieron medicalizar la Sanidad e introducir la gestión clínica, teniendo como resultado médicos-prescriptores que, en lugar de humanizar la asistencia sanitaria, la han mercantilizado. Quien no ha sentido al médico dirigiéndose al paciente como en un desfile de autoridades. Seamos honestos, profesionales extraordinarios se dan en todas las profesiones, y todos merecen el mismo respeto, que no deben confundirlo con rendir pleitesía.  Es más una cuestión  de la condición humana, y no tanto de la profesión. Así pues, hay que intentar rodearse de los buenos y sortear las chinas en el camino profesional.

 

jueves, 20 de agosto de 2020

Sobre el polémico sello de calidad "libre de Covid19"

   Siempre aparece algún espabilao, para decir que nadie puede asegurar que un contagiador no provoque un rebrote en el lugar que sea. Lo estamos viendo casi a diario. Pese a lo cual nunca pensé que la etiqueta "Covid free" diera para tanto análisis. En nuestro país el sello ha sido adoptado por el ICTE, y otros países han hecho lo propio, pero se ve que hay disparidad de opiniones según el sector. Buscando símiles al estilo de Forges, equivaldría a decir el absurdo de playas libres de resfriados. Pero eso es mezclar Churras y Merinas, es decir, banalizar el asunto de fondo, puesto que igualmente podríamos preguntarnos lo mismo con todos los distintivos de calidad que inundan comercios y establecimientos. Alguien piensa que un establecimiento certificado con un sello ambiental  garantiza que no provoca daños ambientales, o que no tiene huella ecológica. El quid de la cuestión está en regular bien su contenido, saber interpretarlo y conocer su alcance, esto es, primando el fondo en lugar de la forma. Lo que me parece de catetos, es analizar el sello sobre la base del sintagma que lo acompaña. Veamos

Ejemplo del polémico sello Covid free

   Sin ir más lejos, dedicamos una entrada sobre los sellos de calidad ambiental aportando enlaces a estudios científicos que señalan que su evidencia de beneficio es poco clara y no llevan asociados retornos económicos positivos (Click aquí). También dedicamos otro post (leer aquí) para interpretar lo que vienen en llamar "calidad sanitaria del agua", en especial, cuando nuestras autoridades se vienen arriba en los medios de comunicación al decir que nuestras playas tienen excelentes condiciones sanitarias y que son seguras para el baño, pues son términos que ampara la normativa. Sin embargo, son afirmaciones científicamente falsas y fácilmente refutables (Popper dixit). Bastará decir que todos somos conscientes que podemos enfermar en la playa, con una gastroenteritis, otitis, picaduras, infección respiratoria, etc (Leer más aquí). La legislación sanitaria europea y española únicamente obliga a analizar dos tipos de bacterias: E. coli y Enterococos, nada más. ¿Y con estos dos tipos bacterianos podemos hablar de excelencia sanitaria? En absoluto. En el agua de baño podemos estar expuestos a un amplio repertorio de agentes patógenos como SalmonellaPseudomonas, Protozoos (Criptosporidium y Giardia), Norovirus, Adenovirus y Colifagos, por no hablar de contaminantes químicos como microplásticos (ya presentes en órganos humanos y calificados por la OMS como la nueva pandemia silenciosa) y toxinas con efectos muy peligrosos. Pues bien, ninguno de estos parámetros son analizados para aseverar que las playas son seguras y que tienen unas fabulosas condiciones sanitarias. Quizás el vocablo libre de (-free) sea más contundente que el de Calidad, término éste que tiene entre sus peculiaridades ser un concepto sociológico muy elástico y no un criterio científico. Se aceptan mejor términos inespecíficos que te engañen por igual, pero que no sean explícitos. En román paladino, tomarnos por idiotas. Le pasa lo mismo a la noción Contaminación, que es de origen social y no científico, aunque tendemos a creer que es al revés. 

   Como creemos en la inteligencia colectiva y estamos convencidos de que el ciudadano no se deja engañar tan fácilmente y tiene suficiente pensamiento crítico, podemos llegar a la conclusión de que nadie está buscando inducir a la confusión ni un fraude al consumidor con un distintivo Covid free, ni que el cliente busca algún pretexto para desquitarse de las medidas de protección individual tras mirar una etiqueta. Al contrario, se pretende destacar las necesarias y costosas medidas adoptadas por los empresarios para recuperar la economía, pero también la salud de las personas, impidiendo relajar medidas de protección. Ciertamente hay otros calificativos más idóneos como Anti-Covid, aunque quizás sea más agresivo. También está el polémico "Responsible tourism" por obtenerse vía online sin demasiados controles. Lo curioso es que nadie se haya vuelto tan exigente con los múltiples sellos de calidad que inundan el mercado en orden a realizar el mismo análisis semántico a partir del sintagma que acompañe a la etiqueta. No son pocos los casos que recuerdan al timo de la estampita. Sin entrar en lo que ya están haciendo otros países turísticos competidores del nuestro, lo que no parece de recibo es que tras invertir cuantiosas partidas en protección colectiva, en protocolos de limpieza y desinfección, organización de lugares de trabajo, señalizaciones, contratas de personal... no quede constancia del esfuerzo realizado, tanto para que lo sepan la competencia, como quienes nos visitan y nuestros propios paisanos. 
Típica imagen que hace creer en un servicio excelente sin preguntarnos  certificado por quién y para qué


   Hay quien piensa que es mejor sustituir lo del "free" por el de "espacios seguros", como ya vemos en algunas grandes superficies, que viene a decir lo mismo: certificar espacios libres de covid19 pero sin una mención explícita a "libre de". Parecen más preocupados en que el mensaje no sea visto como fraude al consumidor. Pero en tal caso, cabe preguntarse lo mismo, ¿seguros de qué? Aunque seguridad y salud son dos conceptos diferentes, sus fronteras están muy entrelazadas. Sabemos que la vía principal de transmisión del virus Sars-CoV-2 es por el contacto persona-persona a través de las secreciones respiratorias, y que el contagio puede ocurrir en cualquier sitio donde se den unas condiciones determinadas, cumpliendo la regla de las 3C (Contact-Closed-Crowded, equivalente a Contactos estrechos en lugares Cerrados y Concurridos). Para ser justos, si afinamos en la literalidad de la expresión, estaríamos obligados a analizar la densidad del coronavirus, aunque sabemos que no hay regulación sobre su concentración admisible en un determinado medio. Indudablemente, si vamos de safari virológico a las playas, lo encontraremos. Cada temporada de baño se evidencia la contaminación fecal de nuestras playas, en unos niveles de riesgo tolerables para la salud pública, pero que sugieren que el coronavirus puede llegar al agua marina con facilidad.  No sé si en estado viable o inactivado por factores ambientales (salinidad, temperatura, dilución...), aún se desconoce su capacidad infectiva transmisible por el agua. En todo caso, encontrar el término exacto para un distintivo de calidad pasa por un equilibrio entre la carga semántica y el impacto del mensaje. Y precisamente con el sello Covid free no se busca controlar a supercontagiadores, sino dar garantías de que con las medidas preventivas que se aplican, se hacen bien las cosas en favor de la salud pública. No ricemos el rizo.



Será muy duro tomar el sol con mascarilla a 40ºC

lunes, 20 de julio de 2020

Dónde estabas Salud Pública, cuando tanto te necesité

Hace tiempo que pregunté a un Gerente que como era posible colocar de directivo a un pardillo sin capacitación alguna, y que traía fama de hideputa. No digo con un San Telmo de valvulina, a costa del erario público, pero sí al menos una formación básica para mandos. Y me respondió, parafraseando al que fuera Presidente estadounidense F.D. Roosevelt, sí es cierto, pero es nuestro hideputa. En fin, yo he visto de todo, abundando la escasa capacitación y cualificación de los mandos (vienen a decir: es lo que hay y tienen que ponerlos para mantener a flote el sistema), directivos trepas, déspotas y sin escrúpulos, otros puestos a la fuerza mientras esperan su destino para salir pitando, muchos con una extraña lealtad a su partido, sobre todo mucho voluntarismo pero poco Know-how y cuando hay un problema, se sujetan a lo que digan los de arriba. Ciertamente a una gran mayoría les dejan hacer poco, casi todo está preordenado y limitado presupuestariamente. A mi juicio es un mal sistémico de las Administraciones públicas con difícil solución, si no es con medidas transgresoras y drásticas. Como las que debieron tomarse con el Covid19 al inicio del brote, que no pandemia.

Es acuciante desarrollar competencias y reformar la salud pública

   Hay que hacer autocrítica sobre la mala imagen que se está llevando la salud pública con la pandemia, por muy extraordinaria que sea la situación: profesionales contagiados a gogó, provisiones de EPIs con una hojita de parra delante y otra detrás, fondos de reserva de material sanitario caducado desde el 2009, test de anticuerpos menos fiables que una pitonisa, expertos asesores obviando las recomendaciones del eCDC, aconsejando que no se usen mascarillas y otras ocurrencias personales, etc. Todos hemos visto decisiones de las autoridades que son inconcebibles. Seguramente la causa sea multifactorial, algunos factores exógenos incontrolables, pero en lo que a nosotros nos atañe destacaría que los servicios de salud pública están poco consolidados, mal cohesionados, con una presencia muy débil y escasamente integrada en la Atención Primaria, funcionando sin un claro liderazgo, no digo desorganizada, aunque sí muy corporativizada. Publicamos un artículo al respecto, y aquí no quiero entrar en detalles escabrosos. Se ha relegado al olvido el desarrollo de las competencias de salud pública en los Servicios de Salud. En su momento se publicaron Leyes de salud pública en algunas CC.AA. aunque sin desarrollo reglamentario, y que a la luz de esta crisis deberían ser reformadas para no quedar en lo que siempre se habla en los corrillos como la hermanita pobre de la Sanidad. Quedaron enmarcadas en los anales del BOE y BOJA, y san-se-acabó.

   Reconozco que lo de aplicar criterios epidemiológicos para la toma de decisiones en su debido momento me ha llevado al desengaño. Sabemos que el confinamiento no puede ser eterno, pero en las fases iniciales del brote primaron los criterios político-económicos frente a los sanitarios, cuando debió ser al revés o bien en un equilibrio razonable. En muchos aspectos se ha echado el cerrojazo a la transparencia, tambaleándose el derecho a una información veraz. Prefiero no meterme en el charco del misteriosamente desaparecido Informe Simón (et al.) del 10 de febrero. Aunque para aparentar una gestión rigurosa, las autoridades tardaron poco en decir que sus decisiones se sustentan en la evidencia científica, una expresión usada como muletilla legitimadora, cuando apenas sabemos nada del Covid19 (bueno, algo sí: no es una gripecilla) y sin explicitar en qué consiste esa evidencia y los avales técnicos (en post anteriores ya denunciamos la manipulación política del término). ¿Las conexiones aéreas con Italia no eran suficiente criterio para anticiparse? Es cómo si no tuviéramos capacidad para reaccionar, quedando a remolque de los acontecimientos. Parece que todo se mueve del revés: lentos en la escalada y rápidos en la desescalada. Aunque para mí lo preocupante fue ver al Gobierno contemplativo y dubitativo. La improvisación ante la incertidumbre también tiene límites. Un aspecto sorprendente es la validación de datos para el recuento de casos (no cesan los asteriscos cada vez que se publican), los cambios en la definición de caso, y recientemente la modificación de las series temporales.  La información científico-técnica manejada en la crisis ha sido de dudosa credibilidad, tanto por la imprecisión, sus continuos bandazos y el desconocimiento de las fuentes. Los investigadores están que trinan con los continuos cambios de criterio y la falta de difusión de los datos en bruto. Con lo que estamos viendo, pienso en cómo se han podido cocinar los papers de salud pública, por mucho peer-review al que se hayan sujetado. También le dedicamos una entrada a los entresijos de intereses de las publicaciones científicas.

Las políticas científicas deben reforzar el papel de la investigación

   Hace aproximadamente 30 años empezamos a trabajar en programas de salud pública  en Atención Primaria, y mi experiencia al principio fue muy positiva (no sé si mi ilusión ocultaba la realidad) viendo como los compañeros se involucraban, no todos, porque en la viña del Señor hay de todo. Poco a poco empezaron a surgir voces críticas sobre el mal ambiente en las direcciones de los centros, malestar que iban haciendo mella en el día a día, las presiones políticas estaban a la orden del día, pasando de ser una gran hermandad a una familia mal avenida y muy desconfiada. Notamos que al introducir los contratos-programa, empezaron a primar lo asistencial y medicalizar la Sanidad, a la par marginando a los profesionales de salud pública que pasaron a depender de facto de las Delegaciones de Salud, órganos administrativos de carácter político, que no tienen entre sus funciones la prestación de servicios sanitarios, pues éstos tienen unas reglas comunes distintas a las de Función pública. El trato personal y profesional era muy desigual, impregnado de prejuicios, intereses personales e impropio de un servicio público. Esto se comentaba tanto en consejos de dirección como entre profesionales off the record. Tienen razón quienes dicen que en las grandes y medianas empresas privadas hay una mejor organización y se comparten objetivos, sin que ello signifique que la profesionalidad sea mejor o peor en un ámbito u otro. Aun así, me quedo con muchos de los logros que se hicieron con gran esfuerzo colectivo, sin medios y a contra-corriente. Todo ello intentando conservar la memoria para tener perspectiva. Ahora toca salir de esta lo mejor que podamos y seamos capaces. 

sábado, 20 de junio de 2020

Piscinas en tiempos de pandemia Covid19


   Se sabe muy poco de la persistencia del virus Sars-CoV-2 en el agua. Lo que sí se sabe es que algunas investigaciones han encontrado unas clases de Coronavirus en el agua de la red de consumo y que pueden mantener su capacidad infectiva. Por eso hay que tener prudencia en cuanto al comportamiento del virus Covid19 en agua de baño, pese a lo reflejado en el informe del Ministerio de Sanidad, que manifiesta que la acción de un agente desinfectante inactiva rápidamente el virus, razón por la que no se estima un posible contagio por el contacto (ojos, nariz, boca) con agua que contiene el coronavirus. Las infecciones debidas a la exposición al agua son difíciles de detectar y atribuir a la exposición de aerosoles. En todo caso mejor no tragar agua, respirar microgotículas (gotas de Flügge) y protegerse con gafas de natación. 
   Se desconoce la capacidad infectiva del material genético del virus presente en el agua, pues no olvidemos que el PCR analiza ácidos nucleicos, pero no informa acerca del estado viable del virus, que lo más probable es que su envuelta lipoproteica se desnaturalice por la acción de factores exógenos: temperatura, dilución, radiación solar, tratamiento de filtración y desinfección, salinidad (electrolisis salina)...
   La primera recomendación es el refuerzo del sistema de desinfección del agua de la piscina, no sólo en el aumento de la dosis del biocida (1-2 ppm de hipoclorito sódico es el más común) sino también asegurar que se garantice el correcto funcionamiento del dosificador. No hay que llevar la burocracia a las piscinas, analizando cada hora el cloro libre del agua con un kit colorimétrico tal y como recomienda el Ministerio de Sanidad. En su lugar deben emplearse sistemas automáticos (sensores amperométricos o por fotoionización) con medición en continuo, en lugar de los semiautomáticos que trabajan por impulsos constantes o por pastillas (de tricloisocianurato y de hipoclorito cálcico), basadas en el rozamiento irregular del agua, y que en ambos casos no garantizan una autorregulación de la concentración desinfectante. 
   Hay que tener presente que la principal vía de transmisión del Covid19 sigue siendo la respiratoria por el contacto persona-persona, de ahí la imperiosa necesidad de seguir manteniendo las medidas de distancia física dentro y fuera del vaso (incluso diferenciando circuitos de paso y entrada-salida), higiene personal y protección respiratoria. Por esta razón se reducirán los aforos en las piscinas, con el propósito de evitar concentraciones de personas, cruces y retenciones de usuarios, que eviten el contacto entre bañistas.

Ejemplo de incumplimiento del distanciamiento físico sentados en el andén

   Una medida muy importante y que no ha sido explicitada en el informe del Ministerio de Sanidad, se refiere a adoptar medidas en caso de accidentes fecales en piscinas, dada su íntima conexión con los grupos de riesgo (niños y ancianos). Se sabe que el Sars-CoV-2 está presente en las heces y orina de las personas infectadas y que aproximadamente entre el 2-10% de los casos positivos por Covid19 muestran síntomas de diarrea, razón por la que la contaminación fecal del agua puede ser una ruta efectiva de transmisión de Covid19.  Ducharse adecuadamente reduce la cantidad de microorganismos patógenos presentes en restos de heces y orina que se transfieren al agua por malos hábitos higiénicos de los bañistas (quien no ha oído hablar de los famosos palominos o de algún rifirrafe a cuenta de una meada, o incluso por incontinencia urinaria). Esta medida higiénica también se aplica a la ropa de baño que no ha pasado por la lavadora y que pudiera contener restos de materia orgánica contaminada. Lo mismo hay que decir de toallas y otros enseres, que no deben ser intercambiados o compartidos.

Covid19: Ducharse no es una opción, es obligatorio antes de entrar y al salir del vaso

   Con respecto a la recomendación del cierre de aseos y vestuarios hay que decir que en las dependencias cerradas y con pobre ventilación donde se han producido contagios, gana más fuerza la hipótesis de una difusión del virus a través de la recirculación del aire acondicionado en lugar de provocado por aerosoles. Sin embargo, aún se desconoce la capacidad infectiva del material viral suspendido en el aire. La renovación del aire y ventilación adecuada de las dependencias es fundamental, pero además habrá que higienizar los conductos del aire acondicionado en servicios y piscinas cubiertas, así como mejorar la función de retención de partículas en los filtros de aire.
   En definitiva, en aquellos establecimientos y comunidades de vecinos que tengan capacidad económica para mantener abiertas las piscinas, con el coste que ello ya suponía antes de la pandemia, va a seguir siendo muy importante la colaboración ciudadana, y deberán aumentarse las medidas de concienciación colectiva pero también los protocolos de limpieza y desinfección, que supondrá un aumento de los gastos de la Comunidad, incluso alguna derrama en el recibo mensual. Se han hecho estimaciones en grandes Urbanizaciones para conocer cuantos usos corresponden a un propietario respetando el aforo fijado en el 50%, y nos lleva a un paupérrimo remojón al mes por persona, que no unidad familiar. ¿Interesa abrir las piscinas en tales condiciones? La desesperación puede con todo. A ver quien aguanta un triste chapuzón en Málaga y con Terral. 

miércoles, 20 de mayo de 2020

Desescalando: Desencuentros en la tercera fase

Mostramos tres sensaciones vistas desde dentro la trinchera:

Los pronósticos


Sigo mostrando perplejidad por lo que dijo Simón al comienzo del brote, y que al final ha dado para todo tipo de críticas (desde la parodia de los Morancos sobre el Tinto Don Simón, memes al "tío de la rebequita" y la más hiriente, la del "científico al estilo de Simón"). En lugar de haberle incluido en el colectivo científico podrían haber dicho el Epidemiólogo (por cierto, profesión no regulada), porque han metido en el mismo saco de papas a todos los de Ciencias, biólogos, químicos, físicos... cuando se trata de confundir. Ya denunciamos en otras entradas el corporativismo delirante empleado por los medios de comunicación, sobre todo para ocultar a unos profesionales y proteger a otros, hagan lo que hagan. (Sin duda es un mal endémico que no entiende de fronteras que hasta el mismo presidente Macron ha llegado a afirmar que quiere sacudir los corporativismos del sistema sanitario francés, si es preciso con medidas transgresoras. A ver si en España toman nota). Si nos movemos en un escenario de incertidumbre, me pregunto porqué se afirma lo que no se sabe. No queremos conjeturas, presentimientos ni superchería, exigimos algo tan simple como precisión y exactitud en los comunicados. ¡Ay si Lakoff levantara la cabeza!. Es desconcertante que no se adoptaran medidas tempranas y drásticas, viendo que cuando llegó a China tuvimos una idea clara de lo que se avecinaba, y cuando llegó a Italia, la idea se transformó en evidencia. Queda claro que las políticas científicas y de seguridad nacional han quedado en entredicho. Desde luego que todas las medidas propuestas son un ataque a la línea de flotación en el estilo de vida mediterráneo, toda una obra de reingenería social. Por lo pronto imagino a los chiringuitos como UCIs urbanas de plexiglás y separadores en las mesas al modo del vis a vis carcelario. Me pregunto que será de los españoles mientras no se descubra un tratamiento para el Covid19: ni nueva normalidad ni la de antes lo era, no parece que de esta vayamos a salir más fortalecidos. Eso que dicen que aprenderemos de lo negativo de la crisis, es propio del sueño de una noche de verano. Generalmente si lo pasamos mal, eso no nos lleva a mejor. Las costuras sociales se están deshilvanando y parece que se avecina un cambio estructural de modelo en unas condiciones de economía de posguerra. Veremos a ver que pasa. Pintan Bastos.

Los aplausos

Es como si te dan palmas por ir a la guerra.Vamos campeón, valiente, sin miedo! Me traslada a las historias de quienes hicimos la mili, y no precisamente por las ruedas de prensa del Gobierno, sino cuando fuimos a despedir a los amigos de juventud con el tren regional a reventar, con los petates a hombros y lo primero que nos encontrábamos en el andén eran personajes variopintos todos juntos, cabreros, gitanos, estudiantes, catetos al estilo de Paco Martínez Soria, algunos con altavoces del himno del legionario, otros con ojos enrojecidos y sonrisa etílica, melenas exuberantes, etc. Se quedaron cortos Berlanga y Cuerda en su visión de la España profunda.
Volviendo a los aplausos de las 20:00 h, ¿Alguien necesita esta pomada en una situación tan dramática?. Disiento de quien dice que los sanitarios sólo hacen su trabajo. Aquí, lo extraordinario hace que te juegues la vida, eso es cierto. Ahora bien y sin ánimo de hacer demagogia, tienen sentido tantos aplausos, en mitad de una tasa de mortalidad escalofriante. Parece un contrasentido. Vale que en algún momento, haya gestos de agradecimiento, pero esto de jalear con bocinas, DJ caceloreros, altavoces estridentes al son de "la muerte no es el final", me hace dudar de que hayamos aprendido algo como especie. Para algunos es una manifestación de conciencia cívica y es muy emocionante (quien canta, su mal espanta). Aun así, me quedo con el trato profesional discreto y comprometido. En definitiva, a transmitir tranquilidad y a estar en lo que estamos.

Sartenadas en muestra de apoyo a la Sanidad

Los profesionales sanitarios y los demás

Noto más compañerismo, más nervios, más compromiso, desesperación, temor al contagio y a contagiar. Pero a la vez, paradójicamente, más postureo. Los sanitarios cantando resistiré a las puertas de Urgencias, pero es que ¿hay tiempo y ganas para esto? Parece que se lo pasan dabuten, pese a los recortes habidos reflejados en nómina, pero también en EPIs. Evocando a Calderón de la Barca, los sentimientos: sentimientos son, y el aislamiento tras más de dos meses de pandemia tiene algo de alucinógeno. Mientras tanto se están excluyendo de los PCR a los profesionales "no sanitarios de la Sanidad" que hayan tenido un contacto estrecho con un positivo, porque el protocolo sólo contempla a las categorías sanitarias, pese a trabajar todos juntos y revueltos. Reconozco que me ha llegado a soliviantar esto de la casta sanitaria. En puestos de admisión de centros de salud ha habido pleno de contagios en turnos completos en personal no sanitario, con algún ingreso hospitalario y allegados contagiados. Da la sensación de haber jugado a la ruleta rusa con los trabajadores y sus familias. Cuando el paciente con Covid19 entra por la puerta del centro de salud, no pregunta quien es el trabajador no sanitario para no toser junto a él. No hay circuitos de ventilación y renovación de aire diferenciados para sanitarios y no sanitarios. Se comparten lugares de trabajo, nos reunimos, respiramos las mismas gotículas suspendidas en el aire, también tenemos los mismos aseos compartidos habitualmente con los pacientes. Dicho de otro modo, un profesional del sector sanitario, sean cuales sean sus actividades, tiene mayor riesgo de exposición que los trabajadores del sector no sanitario. A su vez dentro del sector sanitario, el riesgo de exposición al Covid19 es mayor en aquellos profesionales que están expuestos a aerosoles de pacientes positivos (no es lo mismo los contactos en una UCI que una consulta de cabecera). Por lo tanto, en la evaluación del riesgo laboral se tiene en cuenta tanto el lugar de trabajo como las actividades del puesto desempeñado, incluso si las tareas propias no fueran una causa relevante pero sí circunstancias que posibilitan el contagio por decisiones empresariales. Atendiendo a las cifras (leer aquí) que ha dado la Junta de Andalucía, un total de 746 trabajadores no sanitarios han resultado contagiados frente a 707 médicos. Se ve que los que impusieron los modelos sanitarios privatizadores andan escondidos y ahora hablan poco. Quizás se han postulado para refundar la Sanidad Pública. Verde, con mascarilla y con asas. 

Más de 50.000 contagiados y 10.000 ILT en múltiples categorías laborales

lunes, 20 de abril de 2020

Estudios genéticos y COVID19

   Con la llegada del post-confinamiento y mientras los políticos de todo signo de las CC.AA. empiezan a prepararse para pedir rescates (y cuanta más pastuki mejor para que así les luzca el pelo), vamos a dedicar esta entrada a arrojar algo de luz sobre la contribución de los biólogos especialistas en Genética a responder a la pregunta del porqué el virus SARS-CoV-2, conocido popularmente por COVID19 (término por el que se conoce la enfermedad que produce),  provoca respuestas tan diferentes en las personas. Sobra decir que el enfoque de los estudios no tienen porqué ser exclusivamente genético, puesto que otros factores están igualmente implicados como, por ejemplo, los estilos de vida (obesidad, dietas, tabaco, alcohol...).
   Aunque no soy Genetista, pero sí soy Biólogo, tengo una formación académica importante en esta materia, que al menos me permite dar una opinión fundamentada. En particular cursé dos troncales en 3º y 4º curso, monográficas de Genética General y Especial, a lo que se pueden añadir otras troncales especializadas de Biología Molecular (donde Quica enseñaba las bases del PCR) y Microbiología especial (Virología e Inmunología), ya en 5º de carrera. Es decir, que soy biólogo más de bata que de bota, aunque hoy día cabe hablar de biólogos de data y corbata. Dicho esto, no pretendo profundizar técnicamente para aburrir a los lectores del blog, al contrario, simplificar el mensaje para que sea comprensible por el público general y los estudiantes. Por consiguiente no hablaremos de proteasas, telómeros, alelos, locus, nucleótidos, adeninas, dismorfologías ni operones, sálvase el que pueda.

Doble hélice de ADN, la molécula con las instrucciones genéticas de la vida

   Los estudios genéticos que el gobierno impulsará son fundamentales para la toma de decisiones en el desconfinamiento, pero sobre todo para establecer las políticas de salud pública venideras, pues las que hasta ahora tenían las CC.AA., se han limitado a publicar una Ley de Salud Pública sin desarrollar, y con los profesionales de la salud pública haciendo encaje de bolillos para sacar su trabajo adelante.
   Por un lado, los estudios que se pongan en marcha permitirán conocer el nivel de riesgo que tiene una determinada persona y sus familiares, lo que ayudará a decidir sobre su ingreso hospitalario o permanecer en su hogar monitorizados con un seguimiento activo. Por tanto, al margen de la predisposición que tengamos a desarrollar la enfermedad, los resultados de estas investigaciones facilitarán poner en marcha estrategias epidemiológicas para el confinamiento selectivo de determinados grupos de población. Quiere esto decir, que la desescalada o vuelta a la normalidad (si es que cabe este término), debe estar respaldada por estudios técnicos de soporte a la toma de decisión política. Insistimos que la decisión es política y no científica, por mucho que nos quieran hacer ver lo contrario (leer más aquí).
   De otra parte, la secuenciación del genoma completo (material hereditario de una persona) para detectar algún polimorfismo (variantes de una secuencia génica), permite saber la susceptibilidad de un individuo a desarrollar la enfermedad de modo más severo en unas áreas geográficas que en otras, y en definitiva, saber si un individuo forma parte del grupo de población que queremos proteger. Esto es, conoceremos si los marcadores genéticos encontrados son característicos de nuestro país o bien están diferenciados geográficamente.
  Las investigaciones genéticas abren la puerta para localizar marcadores de expresión génica que hacen que unos individuos sean asintomáticos y cuántos otros estarán en riesgo grave. Obviamente, los estudios servirán para orientar en el tratamiento que reciba el paciente frente al Covid19, es decir, si los biomarcadores de una persona responden mejor que los de otra a un determinado tratamiento.

Ilustración del virus SARS-CoV-2 con su envoltura lipoproteica que lo hace más peligroso

   Desde el punto de vista de la sanidad ambiental, que es donde realmente me encuadro profesionalmente, es interesante decir que la información genética de cada persona y su interacción con el medio ambiente puede condicionar la predisposición que tengamos frente a la infección vírica, hasta el punto de que la respuesta de cada persona sea distinta frente al Covid19 en lugares más polucionados frente a ambientes saludables. 
   También hay que destacar la importancia de los estudios para identificar la capacidad de respuesta inmunológica frente a la infección vírica, de ahí la conveniencia de hacer test masivos de anticuerpos. Estos estudios son irrenunciables para tomar decisiones con fundamento. La presencia de inmunoglobulinas IgM y IgG, nos indicará si hemos superado la infección o si estamos en períodos ventana en la fase temprana del contagio. En fin, nuestros colegas nos irán contando, a ver por donde sale todo esto. Mientras tanto, paciencia y a seguir todo lo bien que se pueda.
   Para concluir os dejo un enlace sobre una iniciativa llamada Covid19 Host Genetics que no es más que una plataforma internacional colaborativa, coordinada por la bióloga Anna Planas Obradors, para contribuir al conocimiento global de la Biología de la infección y enfermedad producida por el virus de moda. 

jueves, 26 de marzo de 2020

La curva y su hombre

   La primera es sigmoidal y el segundo es el conocido epidemiólogo convertido en portavoz de gobierno para los asuntos técnicos del covid-19. Los biólogos estudiamos este tipo de curvas en Bioquímica (cinética enzimática de Michaelis-Menten) y en Microbiología (crecimiento bacteriano), donde se identifica una primera fase de subida exponencial, una segunda de ajuste lineal, posteriormente una fase estacionaria y finalmente el declive de casos. A nuestro hombre le están dando por todos lados, la del pulpo. Los medios de comunicación no paran de ensañarse con él, por sus mensajes erróneos y también contradictorios, e incluso por su aspecto en las comparecencias públicas. Hay quien habla de aspecto desaliñado y poco higiénico, sin cuestionar su capacitación, aunque la imagen también hay que cuidarla (serlo y parecerlo, deben ir unidos). No necesariamente con chaqueta y corbata. Quien no ha visto a los de chaqueta y corbata con zapatos sucios y olor a colonia mezclada con sudor. 

No todo se arregla con traje y corbata

   Aunque se le crítica ferozmente su ejercicio profesional por navegar a la deriva de las instrucciones de los políticos. Y aquí es donde está el motivo de mi entrada. Ya dediqué otras entradas a quien mueve los hilos entre las bambalinas de la Administración pública (aquí y aquí). No tengo duda de que a Fernando Simón lo están tratando como al "tonto útil", forzándole a decir lo que quiere el gobierno, en lugar de haber puesto en su lugar a un cargo político y no técnico. Llevamos escuchando lo de acercarnos al pico de la curva, a golpe de martillo pilón, pero de lo sustancial apenas se habla. O mejor dicho, no le dejan hablar.   Y se vuelve a repetir, el político queda a salvo y achicharran al profesional. Cada vez son mayores las voces que piden sin piedad, la dimisión de Fernando. Curiosamente no tanto por sus errores de comunicación sino por tragar con lo que dictan los políticos. Es decir, por su falta de coherencia: si profesionalmente piensas una cosa, y dices la contraria, debes irte. En este punto, las críticas de los medios, aunque no les falte parte de razón (lo del 8-M fue de traca), también son diabólicas por no tener en cuenta que seguramente no se puede dimitir tan fácilmente. O es que alguien cree que el epidemiólogo es un alma libre.  Pues no, no lo es. Muchos funcionarios están condicionados en sus destinos por diferentes razones: conciliación familiar (y si no, vete a donde se fue el Padre Topete), condiciones retributivas de pan y manteca, recortes competenciales de papel y lápiz (si no haces lo que te ordeno), jefes insufribles, y un largo etcétera, donde cabe incluir las amenazas invisibles.
   En mi relación con los epidemiológos que he conocido en el SAS y con algunos he trabajado conjuntamente, siempre me han dado la impresión de tener en común ser unos teóricos de despacho. Poco pegados a la realidad y se expresan como tal. Los ciudadanos necesitan de distinta nomenclatura. En cualquier caso es muy difícil ponerse en el pellejo del epidemiólogo, en un situación tan extraordinaria como la que estamos viviendo. Desde aquí le mando fuerzas y le deseo lo mejor. 
   En cuanto a la propia situación de confinamiento es muy desalentadora, se siente el nerviosismo generalizado cuando vas a los comercios abiertos autorizados (farmacia, super), ves a personas con paso ligero y expresión de temor (no digo miedo, pero sí mucha preocupación), peatones con pasamontañas a falta de mascarillas, el frutero que ha rescatado el vestuario militar de la mili, insultos entre clientes por no respetar la distancia de seguridad de 1 m, tensión entre los compañeros del centro de salud por la falta de medios de protección en cantidad y calidad viendo como aumentan las tasas de contagio entre los profesionales. Queremos trabajar como verdaderos profesionales, sin los remedios de la abuela, sin bolsas de basura, sin mascarillas de mercadillo, sin protectores faciales caseros de acetato, con test de diagnóstico fiables y sensibles, con una organización y coordinación homogénea, y por supuesto, con tomas de decisiones apropiadas en tiempo y forma. Si nos la estamos jugando, que sea con dignidad y no con tantos aplausos.
  Aquí me detengo para alzar la voz en defensa de los empleados no sanitarios que trabajan en los centros de salud y hospitales, que igualmente estamos expuestos al coronavirus, aunque en menor grado que un DCCU o una UCI. Viene al caso recordar que en el Congreso de los Diputados han cerrado con llave los despachos por el positivo de la Vicepresidenta, y ellos no son sanitarios. Pues imagínate en un centro de salud, donde vienen personas con síntomas y asintomáticos. Basta ya de hablar únicamente de profesionales sanitarios, estamos todos en el mismo barco, y trabajamos para que no se venga a pique. 
   Dicen que esta pandemia va a cambiarlo todo, que lo peor vendrá después, las relaciones entre países, las condiciones de transporte, recortes de personal y hasta la forma de trabajar. La verdad es que huele raro que quieran implantar el teletrabajo para unas pocas semanas y ya está, sin recursos y sin cultura organizativa previa. No somos de teorías conspiratorias, pero tampoco nos hemos caído del guindo.  En fin, es una situación muy penosa que todos deseamos que pase, y veamos la luz. 

lunes, 27 de enero de 2020

Apuntes tras lo del brote epidémico

   Cuando surge una crisis sanitaria con enfermos graves y fallecidos de por medio, todos los profesionales aprovechan para volverse reivindicativos ante las carencias de su situación laboral. En el caso de las intoxicaciones alimentarias y los brotes de legionelosis son habituales estas demandas. Me sorprenden las noticias periodísticas sobre lo que se aprende tras un brote, pues dejan mucho que desear. Y pueden resumirse diciendo que todo se arregla con mejores condiciones profesionales: aumento de plantillas de personal, más salario, mayor reconocimiento, y lo siguiente. Pocos se atreven a sumergirse en los problemas estructurales.


   Las inspecciones en salud pública no cuentan con un reglamento general de inspección que unifique criterios de actuación y procedimentales (recordemos que la Inspección de Trabajo y Hacienda, sí que lo tienen). No hay un abordaje integral de todos los profesionales competentes en el ámbito de salud pública. Aún seguimos con la estructura heredada de los sanitarios locales procedente de la etapa predemocrática y todavía no se han incorporado a los servicios de salud pública las titulaciones del marco Bolonia: Tecnología de alimentos, Biotecnología, Biología sanitaria, Química, Ingenierías sanitarias, etc. Uno de los retos inmediatos de la Administración sanitaria debería ser su reforma organizativa conforme a los nuevos tiempos, y dejar de estar supeditado a los intereses de colectivos funcionariales y grupos de presión.
   Es justo decir que la falta de profesionalización de los inspectores habilitados (pues no tienen nombramiento público de inspectores) no es lo que está detrás del control de empresas fraudulentas relacionadas con los brotes epidémicos. A mi juicio está involucrada la falta de profesionalidad de quienes montan un negocio sin una capacitación mínima adecuada y las insuficientes exigencias a la hora de otorgar una licencia de funcionamiento en industrias de riesgo.  
   Sin embargo, que los inspectores reivindiquen mejoras profesionales al socaire de un brote epidémico, no me parece la mejor forma de abordar las necesidades de una profesión. De esa manera se simplifican burdamente las carencias profesionales y el problema propiamente dicho (¿porqué ocurrió el brote? ¿porqué entró un agente patógeno en una industria y luego salió de ella con destino a los consumidores?). Es fácil caer en reduccionismos absurdos del tipo: si me reconocen como personal sanitario (vía nuevo MIR), aumentan las plantillas de inspectores y nos reconocen la carrera profesional, se hubiera actuado mejor e incluso no habría aparecido el brote. Que cada uno haga sus propias valoraciones. Se puede especular todo lo que se quiera.
   Soy de los que piensa que mejorar la capacitación de un profesional siempre es bienvenida, pero a la vez hay que preguntarse ¿a qué coste? ¿Hay que implantar una nueva especialidad MIR para minimizar la tasa de incidencia de brotes alimentarios? ¿Tenemos que pagar todos los ciudadanos con nuestros impuestos una nueva formación MIR (cuando la actividad inspectora no demanda tales exigencias para funcionar correctamente)? Por ejemplo, en el caso de la Enfermería se implantó el EIR, y por supuesto, ahora todas reclaman mejoras retributivas a cuenta de la mayor exigencia de formación para ejercer profesionalmente. ¿Era tan necesaria tanta especialización para desempeñar adecuadamente los cuidados enfermeros esenciales, a costa del erario público?. Y no me refiero a determinadas especialidades de servicios asistenciales, donde la capacitación es más compleja y exigente. Las profesiones tienen potestad de autoregulación a través de sus Colegios profesionales, estableciendo requisitos muy exigentes para su ejercicio profesional que indudablemente ofrecerán mejores garantías, pero considero que ese precio inflado no lo tiene que pagar la ciudadanía. Alguien tiene que poner pies en pared y parar esta bola de nieve de superespecializaciones, hiper-regulaciones y sobrediagnósticos que inexorablemente conducen a aumentar más demanda, en muchos casos innecesaria. El Ministerio de Sanidad está trabajando en los criterios necesarios para crear una especialidad sanitaria, y que no dependa de los intereses del gobierno de turno, partidos políticos o de los propios sindicatos. A buenas horas mangas verdes!


   En este contexto, es conveniente mirar a Europa, para conocer como se regulan determinadas profesiones sanitarias y comparar si en nuestro país se están haciendo concesiones inasumibles por cuestiones político-sindicales. En otras entradas señalamos la situación de España con respecto a la Genética, que lo sitúa en el único país europeo donde no está regulada como especialidad sanitaria. Detrás de esta decisión hay muchos intereses económicos, corporativos y de competencia interprofesional. Entretanto, los perjudicados son los propios profesionales y las garantías de este tipo de servicio a la población.
   En el caso de los servicios de salud pública ¿tenemos que integrar servicios de salud animal dentro de las prestaciones sanitarias de salud humana? En Europa no ocurre así, están diferenciados ¿Se consideran prestaciones sanitarias las actividades de control de una industria alimentaria? Pienso que no. Y en este sentido, el gobierno de Andalucía tiene que poner orden y reestructurar sus servicios de salud pública. Actualizar las titulaciones y profesiones competentes, reactivar la carrera profesional en sus diferentes categorías, reglamentar los servicios de salud pública (en lugar de haber creado múltiples unidades sin regulación y a la carta, donde cada año cambian las condiciones de trabajo), acuerdos para involucrar a las administraciones locales en el desarrollo de sus competencias sanitarias, entre otros aspectos. Quizás falte un liderazgo sólido y convincente en este sector profesional, tanta indecisión y falta compromiso para reforzar y consolidar los servicios de salud pública no beneficia a nadie.