miércoles, 1 de junio de 2016

Conspiraciones profesionales en la Atención Primaria de Salud


Me pregunto si los profesionales comprendemos y sabemos diferenciar entre lo multidisciplinar, lo pluridisciplinar, lo interdisciplinar y lo transdisciplinar (una de las mejores innovaciones surge de la confluencia entre áreas de conocimiento) y su materialización en el ejercicio profesional. Sospecho que no, que sólo son términos utilizados como sermón relleno de buenismo. O todo lo contrario, hemos aprendido muy bien la lección pero no nos interesa ponerla en práctica (ya sabemos el dicho 'el que no corre, vuela'). Y a esto último dedicaremos la presente entrada. Un buen exponente lo encontramos en campos laborales que no tienen regulación profesional pero que están dominados por determinadas titulaciones académicas. En lugar de mirar hacia los trabajos formales realizados por los profesionales (proyectos de investigación, papers...) que dan una imagen según los cánones establecidos, para conocer la esencia de las profesiones que habitan en la Sanidad conviene fijarse en sus reivindicaciones laborales (dejamos aparte las económicas, donde todos coinciden en mejorar los complementos salariales).
Un curioso ejemplo son los profesionales de la Atención Primaria (áreas y centros de Salud, para simplificar). Hemos extraído algunas frases procedentes de diferentes foros laborales que nos muestran una idea aproximada sobre cómo son algunos colectivos y cómo conciben los servicios públicos. Por ejemplo, "No hay un modelo claro de perfil de Epidemiólogo, aunque hay acuerdo que debe ser médico". ¿Qué acuerdo? ¿Por quién? ¿Le habéis preguntado a biólogos, farmacéuticos, enfermeros...? Pero no queda ahí la cosa, ante el temor a una liberalización de las profesiones en el sector sanitario, ya se les ha ocurrido como defenderse anticipadamente "exigir entre los requisitos académicos para el acceso al perfil de Epidemiólogo, estar en posesión del título de especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública". Y eso, ya no lo mueve ni el Tato. Ahora nos enteramos de que la Epidemiología no es disciplina multiprofesional. ¿La Bioestadística, la Sociología, la Demografía, también es cosa de médicos?  ¿Alguien piensa de verdad que trabajar en Epidemiología sólo está al alcance de los médicos? ¡Silencio, se rueda!
Pero si alguien creía que esto era otro espejismo sobre médicos, se equivoca. Los demás quieren imitar su estatus socio-económico-laboral: La enfermería en su lucha por defender la prescripción enfermera se han cruzado en el camino judicial con la organización médica. También piden que los farmacéuticos de botica no les coman terreno en la educación para la salud, y que los EIR tengan su reconocimiento en la justa medida que los MIR. A su vez, los Farmacéuticos A4 no quieren ser tratados como técnicos (entiéndase cuando no les sea favorable), aunque quieren carrera profesional como cualquier estatutario, pese a no ostentar esa condición. Las Trabajadoras sociales demandan crear la figura de Coordinador de Trabajo social en Atención Primaria, del mismo modo que existe un Coordinador/Director de Enfermería/Cuidados. Y por la vía de una proposición no de Ley, dotar a las urgencias hospitalarias de un Trabajador social de guardia.   Los técnicos de prevención de riesgos laborales están hartos de clamar que no son personal de mantenimiento ni quieren ser confundidos con los ingenieros técnicos, que para eso son profesionales no vinculados a una titulación universitaria concreta y cuentan con área propia de especialización. Y nosotros, los técnicos de sanidad ambiental, queremos los beneficios derivados de ser tratados como sanitarios pero nos damos de bruces con el muro de la clasificación académica de los títulos universitarios en la que se basa la LOPS.
Merecen un extenso capítulo nuestros Directivos, que generalmente tienen un sorprendente sentido de la obediencia a los políticos que los nombran. Aquí sólo nos limitaremos a preguntaros ¿qué significa para un Gerente la autonomía profesional (la suya y la de los demás)?. ¿Sabe un Gerente distinguir entre el qué hacer y el cómo hacerlo? La realidad nos muestra que el nivel de detalle en 'el qué' es tan sofisticado que no dejan espacio para 'el cómo'. Y entonces es cuando sólo queda margen para teclear y darle al botón. Es decir, tener menos control, depender más de la tecnología y menos del saber hacer.
El denominador común en las reivindicaciones laborales de los colectivos es que nadie habla de interrelaciones profesionales, de jefaturas compartidas (todos quieren uno de los suyos), de trabajo en equipo (que no 'equipos de trabajo', donde cada uno a lo suyo y luego bricolaje), de rechazar privilegios entre iguales categorías, etc. Vemos que una cosa es lo que se dice y otra distinta lo que se hace. Decimos que trabajamos en Salud Pública pero rechazamos estar agrupados como tal, y queremos nuestro propio coordinador , de nuestra especialidad, y si puede ser...compadre de 'pan y manteca'. Naturalmente un problema subyacente es la falta y liquidez de liderazgos (las cabeceras de departamento se nombran por criterios de cuota territorial de poder y afinidad política, incluso ad intra), pero no es el único ni el último. La voluntad política es crucial para poner en marcha cualquier iniciativa, y no es menos cierto, que tiene que contar con la participación cooperativa de los diferentes colectivos, pero cuando los intereses no convergen, afloran los agravios y perjuicios. Acaban ganando aquellos que están bien posicionados y relacionados con el gobierno de turno. La causa-efecto, es que hay muchos profesionales metidos en política y viceversa, con el peligro real de pérdida de objetividad y rigor en las actuaciones.
La lección que podemos aprender de esta "rue 13 del percebe" (Ibañez, dixit), es que el desarrollo de competencias de cada profesión podría ayudar a poner orden y que cada profesional pueda ejercer lo que le corresponde. Mi experiencia de más de 20 años me dice que eso no interesa a los cargos directivos (que ahora demandan profesionalizar la gestión y despolitizarla, ¡y qué casualidad!, olvidando cómo accedieron y quiénes nombran). Allá donde escasea la claridad profesional es más fácil mangonear, los criterios directivos son inescrutables y las responsabilidades son poco transparentes. No se trata de una situación circunstancial, es demasiado duradera, quizá un desorden deliberadamente planificado. Piensen ustedes mismos (si es que le quedan ganas).