miércoles, 1 de noviembre de 2017

¿Disminuyen los ahogamientos si se aprende a nadar?

   Algunos pensareis que el título de esta entrada parece una pregunta de perogrullo. Pero si además decimos que la Asociación Americana de Pediatría se opone a la natación infantil, ya el asunto empieza a ponerse extraño, pero no por ello menos cierto. No hay trampa ni cartón. Pasen, acomódense y lean. 
   En esta temporada de baño 2017 se han duplicado con respecto al anterior, los casos de muertes por ahogamiento en nuestro país (noticias aquí y aquí), hasta alcanzar cifras preocupantes que deberían movilizar a las administraciones competentes. Ya dedicamos una entrada del blog a este asunto, pero debido a su actualidad pensamos que es oportuno hacer algunas puntualizaciones.
   Todos entendemos que no se necesita evidencia para establecer que la capacidad de natación reduce el riesgo de ahogamiento y que cuanto antes sepa nadar un niño, es mejor para su seguridad. En cambio, no existen evidencias de que la enseñanza de la natación en un niño que aún no está desarrollado, sea una medida efectiva para reducir el riesgo de ahogamiento, sabiendo que no hay mejor medida preventiva que la supervisión de sus padres. Y es en este contexto donde hay que comprender la posición de los pediatras americanos, en el sentido de que recibir lecciones de natación puede propiciar un falso sentido de la seguridad en los niños, quienes nunca deben estar solos, sino que  deben ser vigilados siempre por adultos, al margen de sus habilidades para la natación. Es un tema que ha suscitado debates apasionantes, con réplicas y contraréplicas, a veces con mucha retranca. Recuperamos uno de  hace tiempo pero que sigue de actualidad: leer "La crítica a la práctica de la natación infantil es política, no científica". 
   Por otra parte, es esencial conocer los mecanismos causales del ahogamiento, para determinar si la víctima hubiera podido evitar ahogarse por el hecho de saber nadar. Seguro que en unos casos se podrían evitar las muertes por ahogamiento sabiendo nadar, pero en otros no, depende de numerosos factores: tipo de cuerpo de agua, edad, medidas de seguridad, estado de salud de la víctima, factores ambientales, etc. El perfil de las víctimas es diferente en función del cuerpo de agua (playa, embalse, piscina, bañera, ríos, lagos, etc). Pocos estudios emplean métodos rigurosos, y elevados niveles de evidencia, para evaluar el impacto de las intervenciones diseñadas para reducir los ahogamientos. La única medida pasiva reconocida como evidencia de que ayuda a reducir el riesgo de ahogamiento son las barreras de protección, que en España se establecieron como obligatorias en el código técnico de la edificación (SU6) para los vasos infantiles. En realidad hay que conocer los nexos causales, para determinar si saber nadar lo hubiera evitado, y esa es una tarea sumamente compleja en muchos casos.

Imagen. Un golpe por un salto peligroso puede preceder a un ahogamiento

   En otros debates (¿Pueden prevenirse los ahogamientos en las piscinas?), se señalaba que se ponía demasiada fe en las barreras de protección en piscinas como medida preventiva, pues la instalación de barreras inespecíficas  y en determinadas condiciones de funcionamiento, no ofrecen garantías para resolver el problema de los ahogamientos. El grado de protección de la barrera depende de que no sea escalable por los niños (ya sea por las características de su diseño como controlando elementos auxiliares), de una altura apropiada, de que la puerta de acceso esté dotada de cierre y bloqueo y además exista un control de acceso. Se han descrito ahogamientos infantiles donde la puerta de la barrera se encontraba abierta sin vigilancia, por un descuido de los padres a su cargo, adolescentes bajo los efectos del alcohol que fueron capaces de trepar el vallado de la piscina, etc.

Imagen. Un mala práctica recreativa ocasiona accidentes a los bañistas

   En síntesis, todas las medidas preventivas se quedan cortas para combatir los ahogamientos. En el caso de las piscinas, disponemos de reglamentos que contienen requisitos de las instalaciones y servicios, que deben hacerse efectivos, pues el problema no debe reducirse a una vigilancia eficaz, los bañistas también deben colaborar, es una tarea de todos.